Dormimos menos de lo que necesitamos, pero podemos dormir mejor
Sabemos que una buena noche de sueño es esencial: más energía, mejor concentración, regulación del metabolismo y control del peso. Es casi un lugar común. Sin embargo, a pesar de conocer los beneficios, seguimos durmiendo menos de lo que deberíamos. Y lo peor: no solo es una cuestión de cantidad, sino de calidad.
El problema central es evidente: en medio de una vida acelerada, con pantallas encendidas hasta el último segundo antes de dormir, estamos sacrificando la calidad de nuestro descanso. Y lo estamos pagando caro. El dato es contundente: hoy dormimos dos horas menos que antes de la luz eléctrica. Eso no solo afecta cómo nos sentimos al despertar, también está relacionado con el aumento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Pero lo interesante es que, incluso si no podemos dormir más horas, hay estrategias simples para optimizar el sueño que sí logramos tener. A oscuras totalmente. A 18 grados. Con menos luz azul antes de dormir. Meditando cinco minutos. Tomando agua apenas nos levantamos. Exponiéndonos al sol por la mañana. Moviéndonos apenas abrimos los ojos. Todo esto tiene un impacto fisiológico real, medible. Y no requiere grandes sacrificios.
Me queda resonando una idea: quizás no se trata de sumar más horas, sino de hacer mejor uso de las que ya tenemos. Dormir profundamente es entrenable. Y cuando lo logramos, no solo nos sentimos mejor: funcionamos mejor.
Ah, y si estás buscando una forma concreta de mejorar tu descanso desde hoy, vale la pena considerar el colchón de simple.mx. Se puede comprar online, tiene garantía de 10 años y lo puedes probar en casa durante 101 noches. Porque dormir bien también empieza por donde te recuestas.
